Una antigua caballeriza ubicada cercana a las barrancas del rio, en San Isidro, fue comprada por un cliente, que decidió reciclarla para mudarse allí con su familia.

El desafío fue generar una casa nueva y mantener el espíritu original, de espacios relajados, con una impronta rustica, pero al mismo tiempo confortable y moderna.

Las decisiones se tomaron en forma articulada con los dueños, que siempre tuvieron una actitud descontracturada y arriesgada para cumplir con los objetivos.

Como toda construcción antigua y bien conservada, poseía muchos materiales nobles y que hubo que poner en valor, y la idea fue que los nuevos materiales puedan convivir con lo anterior de manera armónica.

El resultado está a la vista y creo que todos los ambientes mantienen esa búsqueda propuesta por el Estudio y el cliente: la magia de lo antiguo adaptado a los tiempos de hoy, que brinda una mística única.

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